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Relaciones

Familias Tóxicas y su relación con los trastornos mentales

Regularmente las familias disfuncionales tienden a ser conocidas como tóxicas y se desenvuelven a través de patrones de comportamiento dañinos que no logran respetar la individualidad de sus miembros. Debemos considerar que la familia es una de las instituciones más importantes, dando que estas constituyen el núcleo fundamental de socialización y enculturación de cada individuo, especialmente en los primeros años de vida. Lo anterior hace que los psicólogos velemos por el bienestar emocional y mental de las personas, ya que la interacción que manejen con sus semejantes suele ser un reflejo de sus acciones dentro del núcleo familar.

Hay muchos tipos de familia: numerosas, de dos integrantes, desestructuradas, estructuradas, apáticas, felices, violentas, dependiendo de las características de personalidad y las vivencias que cada integrante manifieste. En este sentido, el vínculo que se establece es fundamental para el desarrollo del carácter, las creencias y la salud mental de los miembros, pero especialmente del niño; por esto mismo se genera la siguiente pregunta: ¿los hijos son el blanco perfecto en una familia agresiva?

Es común que lo primero que se vea perjudicado en este tipo de relaciones sea el desarrollo y crecimiento saludable de los hijos. Cuando se dan ciertas características en un sistema familiar, podemos hablar de un ambiente hostil y ambivalente; en ocasiones se basa en vínculos de  sobreprotección,  abandono,  violencia e incluso proyección, mismas que han sido estudiadas ampliamente para establecer nexos entre estas formas de relacionarse y la aparición de algunas enfermedades psicológicas y psiquiátricas. (Davison, 2004)

Los integrantes de una familia tóxica son renuentes y recelan mucho que una persona externa evalué e intente cambiar hábitos y dinámicas, porque esto es atentar contra su intimidad y sus valores más arraigados. Un proceso psicoterapéutico tiende a ser ineficiente si sus miembros sabotean el trabajo del terapeuta, lo cual comienza desde no ir a las sesiones programadas o al hacer caso omiso de las estrategias que puedan conciliarse en terapia.

Familias tóxicas y su relación con los trastornos mentales

Este texto no tiene la intención de evaluar y señalar la capacidad de los padres para cuidar a un hijo, pero sí es preciso considerar los mitos y conceptos culturales que causan que algunas familias se mantengan en un constante desequilibrio. La convivencia dentro de un núcleo familiar tóxico es generadora de altas dosis de estrés, depresión, violencia y malos tratos. Por lo tanto, se puntualizarán las formas en las que una familia tóxica contamina a alguno de sus integrantes, pudiendo llegar a manifestar ciertas características psicopatológicas, causando trastornos mentales y conductuales

La sobreprotección o desidia

La sobreprotección es lo contrario a la libertad, la autonomía y el desarrollo personal, por lo que genera un gran daño emocional y de dependencia. Por el contrario, la desidia tiende a manifestarse como un tipo de abandono que genera una de las más grandes heridas en la infancia y que persiste cuando somos adultos. La tarea más difícil de un padre es educar a un hijo, ya que deben asegurarse de mantener un equilibrio entre el establecimiento de normas y hábitos de comportamiento; en este caso los extremos no son aconsejables.  El estilo de crianza en ambos conceptos no es positivo en absoluto, ya que el niño no logra enfrentarse a situaciones sociales reales y de riesgo por ser controlado en su toma de decisiones, o es totalmente ignorado al solicitar intercambiar ideas de cualquier índole.

 La ausencia de la individualidad

Una de las cualidades que más se adecua a una familia tóxica es el no respetar el espacio vital de sus miembros. Por ello, al final terminan convirtiendo dinámicas afectivas libres en dinámicas afectivas coercitivas. Una persona contaminada por contactos tóxicos que merman su individualidad acaba siendo víctima de la necesidad de aprobación.

Amor que asfixia

Les suena la frase ¿nadie te querrá como nosotros?, ¿el único amigo en el que debes confiar es en mí? Esto, en casos extremos, puede relacionarse con situaciones de abuso y malos tratos en el vínculo familiar. El amor fraternal por definición va más allá del compartir genes, motivo por el cual varios padres se sienten con el derecho de hacer daño, manipular y coaccionar a alguno de sus hijos.

El efecto Pigmalión y su influencia negativa

¿Qué sucede cuando a un miembro de la familia se le etiqueta como “flojo, mal humorado o tonto”? Todos los seres humanos hemos señalado al prójimo con este tipo de sentencias en algún momento, no obstante, aunque no nos demos cuenta, esto tiene un gran impacto emocional en  el receptor: afecta la identidad del individuo, cómo se percibe y cómo se valora a sí mismo. A pesar de que la persona no se identifique con estas caracteriísticas, ser descalificado repetidamente por parte de su familia (o individuos que aprecia), genera en él una profecía autocumplida o Efecto Pigmalión; esto significa que el rol o la etiqueta impuesta se vuelve una realidad que contamina su conducta con un alto agravio en su personalidad.

Estas características son pilares fundamentales que sustenta una familia tóxica, mejor dicho a una familia disfuncional. Tomar conciencia de eso puede fomentar un cambio en nuestra individualidad y en la de las personas que nos rodean.

 

Davison, Dora (2004), Familias ensambladas, Buenos Aires, Ediciones B.